Las telangiectasias, comúnmente llamadas arañas vasculares, son vasos muy pequeños (0,1 mm a 1 mm) que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Se encuentran con mayor frecuencia en la cara y extremidades inferiores. Las arañas vasculares pueden ocurrir debido a numerosos factores, incluyendo la genética, influencias hormonales (estrógeno y progesterona), embarazos, lesiones y más importante, un problema subyacente de incompetencia de la válvula de la vena superficial. Las enfermedades de las venas son extremadamente comunes: aproximadamente la mitad de la población tendrá algún tipo de problema en las venas en el transcurso de su vida.
El papel de las venas, en general, es regresar el flujo sanguíneo hacia el corazón. En las extremidades inferiores, el reto es hacerlo en contra de la fuerza de la gravedad. Afortunadamente tenemos un ingenioso sistema para lograrlo: un músculo en la pantorrilla que “bombea” y actúa como si fuera un corazón periférico. La contracción del músculo de la pantorrilla genera la fuerza para propulsar hacia arriba la sangre que se encuentra en las venas de las piernas. Lo que evita que la sangre que ha sido llevada hacia arriba se acumule pasivamente en las piernas son unas válvulas unidireccionales dentro de las venas de las extremidades inferiores. Si las válvulas funcionan mal, desafortunadamente las válvulas unidireccionales pueden volverse de dos vías y permitir que la sangre fluya hacia abajo junto con la gravedad.
A medida que la sangre se acumula, también se acumula la presión (hipertensión venosa). Esta presión excesiva conduce a que las venas se agranden, se hagan tortuosas y se vuelvan más evidentes en la superficie de la piel. Las venas reticulares (1 mm-3 mm) son de aspecto azulado y a menudo se piensa que son venas “alimentadoras” que pueden estar debajo y llevar a arañas vasculares más pequeñas en la superficie. Las venas varicosas (3-4 mm o mayores) son abultadas, frecuentemente retorcidas que crecen más grandes y se vuelven más tortuosas con el tiempo.
Todas estas venas anormales, incluyendo las pequeñas arañas vasculares, puede causar síntomas significativos. Los síntomas de la enfermedad venosa crónica incluyen pesadez en las extremidades inferiores, fatiga, calambres, comezón, piernas inquietas e hinchazón. Con el transcurso del tiempo, la hipertensión venosa puede dar lugar a cambios inflamatorios crónicos en la piel. La piel puede decolorarse, volverse más gruesa e incluso ulcerarse.
Las venas varicosas también pueden conducir a problemas más significativos, como episodios de sangrado (debido a la fragilidad de la vena delgada y agrandada abultándose en la superficie) y coágulos sanguíneos superficiales y profundos.
La clave es programar una consulta con el Dr. Rosen para determinar el mejor curso de acción a tomar para diagnosticar y tratar sus problemas de venas en específico.